¿Crisis? ¿Cuál crisis?
Cuando trabajaba en el mundo corporativo y nos enfrentábamos a cambios inesperados,
profundos y súbitos los especialistas en desarrollo organizacional nos decían
que estábamos en crisis, pero que debíamos pasarnos el suiche (interruptor) a positivo ya que en chino crisis significaba
oportunidad… aunque estuviésemos viviendo en Venezuela. Me imagino que se
utilizaba la alegoría para inyectar ánimo a los afectados. Nunca confirmé esa aseveración (la de
oportunidad china), pero si estaba clara en algo…..en esos momentos de
coyuntura había toneladas de emocionalidad exacerbada e incertidumbre y mientras
menos información teníamos peor se ponía la cosa. Se sentía en todo el cuerpo un coctel de susto,
dudas y revolución al mismo tiempo.
Sin embargo hay que aclarar que las crisis no son
exclusivamente de laborales; las hay de múltiples variedades. Ellas no tienen
horario ni fecha en el calendario, desconocen estatus socio-económico, carecen
de razón geográfica o religiosa, no tienen exclusividad de raza o edad. Tanto adultos, ancianos, niños o adolescentes
pueden fácilmente entrar en crisis por un cambio traumático. Una enfermedad,
una perdida, un desastre natural o familiar, un accidente político, escolar o económico puede llevar a una persona
a sentir una situación límite o caótica.
De acuerdo a los expertos, existen algunas etapas que se dan
cuando se vive un proceso crítico.
Primero se da la desvinculación
y nos decimos “esto no es conmigo”. Segundo
pasamos a la fase de desidentificación
“este no soy yo”. En tercer lugar
pasamos a la desorientación “¿Para
dónde me muevo ahora?”. Finalmente pasamos a la re decisión “¿Qué es lo que debo hacer en este momento”?. Los tiempos en cada fase son diferentes para
cada quien. A veces podemos caer en grandes depresiones o huecos negros que no permiten
activarnos y fluir; podemos pasar lo que nos parece una eternidad en algunas de
esas fases de dificultad.
Durante ese proceso crítico coexistimos con un carrusel de
emociones que pueden afectar nuestra auto-estima y nuestra auto-aceptación. Nos cuestionamos las razones por las cuales
no pensamos mejor la circunstancia que enfrentamos, nos castigamos, pensamos
sobre qué fue lo que hicimos para caer en ese enmarañado laberinto. Independientemente de todo lo “malo” que
sintamos, aquí es donde viene el cuento
chino corporativo mencionado en un principio de esta entrada. Esta es justamente la oportunidad…. un momento para el aprendizaje, para crecer. Es donde las preguntas juegan un papel de epifanía, de revelación. ¿Qué pasó? ¿Qué está pasando? ¿Qué me está pasando? ¿Qué gané o
perdí en el proceso? Todo lo que obtengamos como respuesta estará siempre a
nuestro favor, no importa si nos creemos perdedores en la situación. La
reflexión sobre la crisis nos ayudará entenderla
y entendernos, a prestar atención para no tropezar otra vez con la misma piedra
y con el mismo pie como aquella canción que cantaba Julio Iglesias.
¿Flores para la crisis?
Rescue Remedy si
nos sentimos en emergencia y fuera de foco, nos ayudará a manejar los altibajos
de nuestra montaña rusa emocional.
Sweet Chestnut si
sentimos angustia mental extrema que no permite buscar salida a la situación
que vivimos, nos ayudara a salir del abismo que sentimos.
Gorse si no
queremos luchar, si perdimos la esperanza y tiramos la toalla, nos ayudará a
ponernos de pie y en la lucha para no abandonar.
Lo “bueno” de las crisis es que nos ayudan a reformular los
caminos de la vida, incluso a ver con otros ojos y calzando otros zapatos el
momento de dificultad experimentado. Como decía mi sabia abuela: No hay mal que dure cien años ni cuerpo que
lo resista. ¡Todo pasa….gracias a Dios!!!!
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