Tortura Urbana: Bullying
Con el regreso a clases sale a relucir el tema del acoso que
ahora se ha popularizado con el nombre de bullying. Sin embargo, aunque nuestra atención se
focalice a las situaciones escolares, el hostigamiento puede verse en
diferentes circunstancias de la vida cotidiana. Tanto niños como adultos pueden
ser víctimas de esas prácticas donde se produce maltrato psicológico, verbal o
físico.
Por motivos de consulta he escuchado muchas historias de
tortura sistemática y metódica, que puede ser explicita (porque se ve la acción)
o silenciosa, marcándose esta última en algunas ocasiones con la indiferencia o
la exclusión. Los acosadores de oficio pueden
hacer “su trabajo” solos o en complicidad con un grupo de seguidores. Últimamente
la agresión ha tomado matices cibernéticos: se hace con intensidad a través de
las redes sociales. Basta leer en foros algunos
comentarios para entender la intolerancia y acoso a otros pareceres o seres, o
ver páginas de Facebook donde se expone al escarnio público la vida de otros,
etiquetados por supuesto para que toda la bolita del mundo y los cinco
continentes se enteren.
Este hostigamiento es una forma de violencia y no excluye
géneros, edades, tipos de trabajo o actividad.
Se puede dar en cualquier lugar: en nuestra misma casa o fuera de ella,
en nuestro espacio vital o en el cibermundo.
Este terrorismo está caracterizado por el temor que desarrolla la víctima al poder que ejerce su victimario. Este miedo puede estar basado en acciones
reales o percibidas que afectan a la persona objeto del bullying. La persona hostigada queda expuesta emocional
y hasta físicamente ante el maltratador.
El objetivo del acosador es someter, reducir, apocar y
aplanar a la “presa” seleccionada para mostrar su poder. Las víctimas pueden
ser escogidas por diferentes razones: porque sobresalen, porque tienen alguna
condición física, porque son diferentes, por raza, religión, creencias o
tendencias. Muchas de las acciones llevadas a cabo por el victimario y su grupete de seguidores buscan la
ridiculización, el menosprecio social (donde se presenta una imagen
distorsionada del martirizado), la coerción (para someter la voluntad), la
exclusión grupal (aislándolo e impidiendo su expresión), el amedrentamiento y
la amenaza a la integridad.
Puedo recordar perfectamente que fui víctima de acoso en
muchas ocasiones escolares porque era muy tímida, siempre fui la más pequeña
del salón, tenía el cabello muy crespo y además era gordita… el objetivo
perfecto para ser un puchinbol*. Hace poco le escuché a una joven que tenía
que demostrar su tecnicismo en el trabajo pues su jefe le decía que “era una
lástima que fuese mujer” y continuamente le daba actividades especiales para ridiculizarla en público.
Algunos políticos, tiranos y gobernantes acosan a las personas quienes no siguen sus “verdades” o simplemente son
diferentes como en los casos de Hitler, Castro o Mussolini. Las madrastras de
Blanca Nieves y la Cenicienta, en cualquiera de sus versiones,
eran malvadísimas y martirizadoras. Se leen casos de acoso doméstico de todo tipo
(esposos, padres, hijos) en los países del tercer mundo y en los
industrializados. En Ottawa – Canadá un
joven se suicidó porque era gay y sus compañeros de aula lo comenzaron a hostigar
por Facebook. Hace poco Demi Lovato, la
cantante, comentaba que había personas que la acosaban diciéndole cosas horribles
a través de Twitter y además fue víctima
de bullying mientras estuvo en la escuela.
Así como estos pocos ejemplos puede haber millones de casos imaginables
e inimaginables.
¿Es una historia tan vieja como nuestra existencia? ¿Es
parte de nuestra naturaleza? No lo sé a ciencia cierta. Lo importante es darse
cuenta de nuestras conductas y las de nuestros seres queridos para proceder
antes de que se produzcan daños en la auto-estima y salud físico-mental del acosado.
En el caso del agresor, si se le prende el foco y se da cuenta, podría explorar
si lo hace por influencia del medio ambiente (televisión, video juegos, amigos, tendencias),
si es una conducta aprendida en su entorno familiar o si es la manera como
resuelve sus conflictos personales.
Aquí no vale ser redentor….No trate de hacer este trabajo
usted solo mi estimado lector, busque ayuda si hay una situación de tortura
moderna en su vida. La intervención para
solventar el acoso es multidisciplinaria y requiere de expertos. Puede ser peor el remedio que la enfermedad si
actúa solo y sin experiencia en el tema.
¿Flores para acompañar la intervención experta ante el
acoso?
Larch para trabajar
nuestra auto-estima y no caer en la desesperación por incapacidad ante los
victimarios.
Rock Rose para el
temor que nos congela y paraliza, nos ayudará manejar la situación con
valentía.
Centaury para que
podamos decir no sin someternos a la voluntad de los otros
Walnut para
manejar nuestra hipersensibilidad ante las circunstancias y personas quienes
pueden estar hostigándonos.
Afortunadamente ahora se habla abiertamente del tema y hay
campañas para combatirlo responsablemente.
Programas de televisión muestran situaciones y personas que en otras
épocas han sido víctimas de acoso (Will & Grace, Modern Family, por
ejemplo). No se ha eliminado pero se ha
abierto la puerta a la posibilidad para reflexionar y actuar sobre esta forma
de tortura moderna.
¡Ah!!! Se me olvidaba ¿Puchinbol?
Es como le decía mi mamá al punching ball (en inglés). Es esa pelota de gran tamaño, pegada a un
soporte flexible que utilizan los boxeadores para entrenarse. Imaginen cómo puede
sentirse una víctima del bullying.
Sobre el tema... Christina Aguilera
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