El Arte de Decidir
Cuando somos muy pequeños nuestras madres o adultos
significativos a cargo deciden por nosotros; deciden qué comemos, nuestros
atuendos, nuestra escuela, nuestros juguetes, a veces hasta “nuestros” gustos.
Cuando crecemos un poquito en edad, madurez y experiencias,
comenzamos los procesos decisorios autónomos.
Las interacciones con otras personas en la familia, la escuela y otras
redes sociales como los scouts, la iglesia, los juegos, los deportes nos
enfrentan y a veces hasta nos empujan a tomar decisiones de diferentes índoles. Allí no vale mamá, ni tía, ni abuela que lo
hagan por nosotros… estamos solos en el arte de decidir.
La vida es un hilo infinito de decisiones ¿Crédito o débito?
¿Cabello corto o largo? ¿Rubia o morena? ¿Pedro o Juan? ¿Me voy del país o me
quedo? ¿Me divorcio o aguanto estoicamente? ¿Me cambio de trabajo o sigo
sufriendo en esta tortura china? ¿Le digo o no le digo? ¿Compro esta marca de
mayonesa o la otra que está más económica? ¿Pido un préstamo o hago un tercer
trabajo? ¿Twitter o Facebook? ¿Me coloco la banda gástrica o hago dieta?
Las decisiones en nuestro día a día pueden estar
relacionadas con situaciones triviales o complejas, eventos marcadores de rumbo
de vida, circunstancias donde nos debatimos con nosotros mismos sobre cual
alternativa tomar, contextos en los cuales no confiamos en nuestro propio
juicio y necesitamos las opiniones de los demás para validar nuestra selección.
Esto, mis estimados lectores, es asunto de todos, tanto niños como adultos, y la
complejidad de nuestras selecciones será directamente proporcional a la etapa
de la vida en la cual nos encontremos.
Quisiéramos a veces que el árbol de escogencias de la vida
se pareciera a las ramas de los flujogramas que hacen los expertos en
informática y en las disciplinas gerenciales “si es sí vaya hasta el punto C,
si es no vaya al punto X”. En
la vida real no es así. Puede ser
tormentoso pensar que hay una sola opción correcta para lograr esa satisfacción
momentánea o de largo alcance que estamos buscando. No importa el análisis racional que se le dé,
una decisión siempre acarrea consecuencias con las cuales tendremos que
cargar.
Mientras más agonicemos en tomar una decisión más nos paralizaremos y mayor será el potencial de insatisfacción posterior. La razón es simple; los pros y los contras de una situación específica no pesan igual. Ejemplos me sobran. ¿Se ha encontrado usted apreciada lectora ante la situación de comprar ropa para ir a trabajar? Llega a la tienda y ve un fabuloso vestido largo. A lo mejor piensa “está a buen precio, me encanta, me veo regia” y ¡zúas¡¡ decidió y se compró un vestido que nunca usará o muy rara vez lo hará porque su vida social no es muy activa, no sale de noche, o todas las anteriores. Su festiva decisión, basada en el pro relacionado con precio, hace que siga asistiendo a su labor con la misma ropita; no refrescó su vestuario pero tiene un maravilloso atuendo que probablemente pase bastante tiempo en el armario. Otro ejemplo, siente que no debe seguir en una relación sentimental como la tercera del juego. Pero cree en lo más profundo de su ser que en algún momento el galán va a dejar a la segunda de la partida. Usted sabe que está una relación disfuncional. Decide quedarse como tercera porque quién sabe, a lo mejor le toca la lotería y él se decide. Pero… él nunca se divorcia, usted pierde todas las oportunidades que le presenta la vida, y encima, de la amargura y rabia, usted desarrolla toda clase de enfermedades. Su decisión tiene consecuencias tanto con el vestido como con el escenario de pareja. Nuevamente este tema de incertidumbres aplica a todos los géneros, edades y condiciones sociales, nadie está exento.
Decidir no es fácil, no existen fórmulas pre-fabricadas, ni
se compra en cajas ni sobres en los supermercados, tampoco es igual en todas las
situaciones. Afortunadamente para cada
proceso hay un remedio floral de Bach que puede apoyarnos en esa tarea.
¿Flores para
ayudarnos en la incertidumbre?
Scleranthus si
nos debatimos entre dos alternativas y nos cuesta decidir; nos permitirá
vacilar menos y sentirnos seguros.
Cerato si sabemos
los que queremos pero buscamos la opinión de otros para confirmar nuestro
juicio, nos ayudará a valorar nuestra intuición.
Wild Oat si nos
encontramos insatisfechos con lo que hacemos, queremos un cambio pero no
sabemos qué camino seguir; nos ayudará a seleccionar el mejor rumbo para ese
momento en nuestras vidas.
A veces a nuestras
expectativas les falta realismo o son muy altas / difíciles de alcanzar. La
experiencia nos enseña que antes de cualquier proceso de decisión es bueno
preguntarse qué es lo que realmente
queremos. Una vez que decidamos es mejor evitar la revisión torturantemente
analítica de lo hecho. La razón es simple, podemos sentirnos insatisfechos con la medida tomada y comenzar a martirizarnos dándole
vueltas al tema sin parar. No hay recetas únicas para la infalibilidad. El
norte u objetivo final es equivocarse lo menos frecuentemente posible. Solo así
aprenderemos a tomar nuestras mejores decisiones. Como decía mi mamá apliquemos el “mucho
juicio”.
Excelente!!!!
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