La-la land
Estamos en plena
época de los premios la televisión y del cine norteamericanos. Por lo menos
algo diferente y variado para salir de los temas de la presidencia de los EEUU.
Tuve la oportunidad de ver el fin de
semana una película llamada La la land
con Emma Stone y Ryan Gosling. Es una historia de amor musical, si se puede llamar de esa manera; algo parecido a las
películas de la época de oro de los musicales de Hollywood pero a lo moderno.
La la land se traduce como un estado mental caracterizado
por expectativas poco realistas, fantaseo, soñar despierto. Leí en alguna parte
que tiene que ver con LA (Los Ángeles, California) y la manera cómo la gente
vive sus sueños de ser artistas en esa ciudad. La película tiene tres elementos que me
gustan: baile, música y una historia de amor.
¿Y a qué mujer no le gusta una
historia de amor? Nos gustan desde que somos chiquitas, desde el momento cuando vimos
alguna o todas las películas de las princesas de Disney. Lo interesante de esta
historia es que no termina con el colorín colorado al cual estamos acostumbrados. De hecho, cuando culminó sentí una especie de
hueco nostálgico en el pecho que vino y se fue sin ton ni son. Me cuestioné si ese era el final. Por supuesto, no es lo que yo atávicamente me esperaba.
Decidí
revisar en mi mente el argumento de la película y sus canciones. ¿Qué era eso
que no me cuadraba? Pues bien, tengo dos lecturas que me explican el final
aunque no les voy a contar la historia para no estropearles la ida al cine.
La primera,
la vida es como el Eclesiastés. Todo tiene su momento y su estación. Conocemos
a personas que nos acompañan en las diferentes épocas de nuestras vidas. En
esos periodos perseguimos sueños que requieren esfuerzos y sacrificios. A veces, alcanzado esos sueños, se presentan
oportunidades únicas que cambian nuestras vidas para siempre, y en ese cambio perdemos amigos, gente que
amamos, relaciones y otras cosas que son importantes.
La segunda,
basada en esa especie de melancolía que
sentí, es que el final de la historia es una celebración por aquellos que
persiguen sus sueños y mantienen sus convicciones a cualquier costo. Es sobre
la importancia del no abandonar la esperanza ni tirar la toalla, de la
electricidad que se produce en nosotros cuando perseguimos aquello que nos
produce felicidad.
Definitivamente
los finales felices no son los mismos finales felices que solían ser, porque
han sido reemplazados por las hermosas y confusas situaciones/condiciones que
nosotros mismos creamos sin pensarlo o pensándolo mucho.
¿Flores para La la land?
Mustard para ese sentimiento de melancolía que llega de
repente y se va como vino.
Nos ayudará a sentirnos otra vez bien y a identificar qué nos hizo
sentir tristes.
Walnut para la incomodidad con el nuevo tipo de
finales felices; nos ayudará a adaptarnos más fácilmente a las nuevas
circunstancias y a estos nuevos e
inesperados cierres.
Honeysuckle si añoramos los finales felices de las épocas
doradas de Hollywood. Nos ayudará a
entender que aquellos eran buenos pero estos se adaptan al espíritu de estos
tiempos.
No tengo la
menor idea si esta película ganará un Oscar o no. No sé si será tomada como simplona para
muchos. Lo importante es que ayuda a los
soñadores de oficio a salir de situaciones estereotipadas y plantearse otros
escenarios no tradicionales. Les dejo el
tráiler oficial. La música y las letras
de las canciones son hermosas, y los personajes son como cualquiera de
nosotros, bueh! sin los camerinos, entrenadores personales, chefs particulares,
tratamientos de spa, trajes y otras menudencias.
© 2017 Marielena Núñez
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