Estaba leyendo sobre la teoría social de cultivo. Esta teoría propone que mientras más tiempo
la gente esté expuesta a la televisión más fácil es que crean que la realidad social
que los rodea se parezca a esa realidad que ven por la tele. Yo pienso que ahora en la era digital, la teoría
de cultivo transciende la televisión y pasó a las redes sociales también.
¿A qué viene todo esto? Dos ejemplos que se vinieron
a mi mente. Si usted amigo lector es venezolano residenciado en Venezuela, o si
es venezolano en cualquier rincón del mundo estará probablemente pegado al teléfono
o a la computadora tratando de ver qué es lo que pasa o está pasando en el
terruño amado. Algunas de las
informaciones son ciertas; sin embargo, algunas cosas que se escriben o envían pueden
ser no verdaderas o exageradas. Los que
las leemos las magnificamos en nuestras mentes y sentimos pensamientos catastróficos
y/o angustiantes. Se dispara en nosotros
la reacción de lucha o huida y como consecuencia somos víctimas del estrés, real
o imaginario.
El segundo ejemplo que se me ocurrió basado en
la teoría mencionada, fue la vida que se crean algunas personas gracias a lo
que ven en los reality shows, Facebook, Instagram, Twitter, Snapchat, WhatsApp,
YouTube, Pinterest y paremos de contar para no aburrir. Las damas de cuerpos perfectos dictaminan el estándar a seguir, las dietas a
seguir, cómo delienarse las cejas con o sin microblading, cómo alisarse el cabello,
cómo vestirse, cuál es la casa ideal, la receta ideal, y así mil cosas más. En este caso el tema son las expectativas que
se crean, cómo influyen en jóvenes y no tan jóvenes gracias a largas y
cumulativas exposiciones ante esos medios.
De acuerdo a George Gerbner, el autor de la
teoría, los humanos somos la única
especie que vive en un mundo construido por las historias que contamos. Cuando yo era niña me encantaba escuchar las
historias artesanales de mi abuelita, historias basadas en su comunidad, en su
entorno. En la edad media los juglares y los trovadores narraban las hazañas de
héroes, de un pueblo o de una colectividad, y así se creaban modelos a seguir o no
seguir. ¡Ahora pareciera que lo que
hacemos, o creemos que debemos hacer, es un efecto del cultivo de las
Kardashians, Survivor, Big Brother, Beyoncé, Tasty, Tasty de Mais, y Bien Tasty!
¿Flores para ver y no creer?
Clematis
– si lo nuestro es fantasear e imaginarnos el mundo de
Alicia en el país de las maravillas. Nos
ayudará a poner los pies en la tierra y a movernos al presente.
Larch – si pensamos que no tenemos la capacidad, nos comparamos con otros y
sentimos que no vamos a lograrlo. Nos dará la capacidad para intentar.
Crab
Apple – si sentimos que nos somos el ideal de belleza
que promueven las modelos de Victoria Secret u otra personalidad admirada. Nos ayudara a querernos y a trabajar objetivamente
en nuestra belleza natural.
Una amiga me comentaba que su hija acababa de llegar
de Kuala Lumpur, en Malasia. Lo primero
que le pidió fue encender la tele porque no quería perderse el episodio de la Bachelorette,
quería saber con quién se quedaba Rachel. De acuerdo a la teoría, la utilidad
de ver la televisión, y yo digo que también las redes sociales, está definida
por la aplicabilidad de las lecciones “aprendidas” a nuestras vidas. Me pregunto, cómo querrá Desiré -que esta próxima
a dar a luz- aplicar el drama de la
Bachelorette y cómo voy a aplicar yo la cantidad de páginas de manualidades que
sigo en Facebook si ni siquiera tengo las destrezas…. ¡Solo temas de
conversación!
Imagen con Copyright de iStock
© 2017 Marielena Núñez
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